La ciudad que cuida

Cuando observamos la relación de las personas con un puñado de ciudades y hogares latinos, encontramos una trayectoria compleja, construida sobre divisiones sociales y espaciales heredadas. La palabra metrópolis remite a los conflictos sociales, pero es posible pensar cómo estimularlas y amenizarlas, a partir de la experiencia de las ciudades.

Ecuanimidad en
las decisiones

Foto: Paulina Malvaez, Ciudad do México

Si deseamos ciudades más ecuánimes, debemos dejar de tomar tantas decisiones individualistas, segregadoras y utilitarias, y pasar a otras perspectivas.
Para que la sensación de convivencia sea mayor que la de sobrevivir en la ciudad, es vital considerar dos palabras: cuidado y colectivo.

Pensar en una ciudad que cuida, que se desarrolla a partir de las necesidades de las personas, es algo que ya se está debatiendo. Una ciudad más igualitaria estimula una población más interesada en vivenciar y contribuir en ella que en extraer de ella lo que necesita. Es un lugar que nutre la diversidad y permite que sus habitantes, cada uno a su manera, se sientan acogidos como parte integrante de ella. Para Cleo Henry, nuestra aliada de Humankind, “la inclusividad siempre es iterativa, por lo que la flexibilidad puede ser una forma de cuidado”.

Foto: Paulina Malvaez, Ciudad do México

Buen Vivir

Para que pensemos en una ciudad que cuida, podemos valernos de filosofías como la del Buen Vivir (como la acuñó Alberto Acosta en el libro “El Buen Vivir – una oportunidad para imaginar otro mundo), que busca, en las relaciones comunitarias y solidarias, en espacios comunes de socialización, en la producción y el consumo conscientes, en el trabajo colaborativo y en la diversidad y el respeto por el prójimo y por la naturaleza, una forma de mantener la armonía entre los ambientes vegetal, urbano y de las personas.

Paola Martínez, especialista chilena en ciudades, defiende que cada metrópoli tiene saberes y especificidades únicas, pero que todas tienen un horizonte en común: la necesidad de “más que remendar carreteras o calles, remedar la vida”.

Foto: Sofia Cossari, Buenos Aires

Foto: Sabrina Guimarães, San Pablo
Foto: Paulina Malvaez, Ciudad do México
Foto: Mário Álvarez, Santiago
Foto: Diana Bueno Bieletto, Ciudad do México
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Narrativas urbanas

Si nuestros espacios “cuentan historias”, como cree Julián Woodside, especialista mexicano en cultura material, escuchamos las historias que se cuentan hoy, pero ¿cuáles queremos que nuestra ciudad nos cuente en el futuro? ¿Cómo intervenir en las estructuras urbanas para que eso suceda? Para Eduardo Costa, especialista brasileño en ciudades, que cree en el fortalecimiento de la apropiación del espacio público, “la transformación de la ciudad se dará a partir de las plazas”. Vivir en una ciudad no es solo disfrutar lo que ella tiene para ofrecer, sino contribuir activamente en la narrativa de las historias que cuenta. Según Costa, “tenemos que participar más, eso es algo individual, tenemos que cambiar, ese es el mundo nuevo”.

Foto: Mário Álvarez, Santiago

Con todas esas preguntas en mente, es posible entender que la ciudad no se trata solo de oferta, sino de la constante elaboración de un ecosistema vivo y que para ser saludable necesita estar en equilibrio y satisfacer las necesidades materiales y emocionales que están interconectadas. Y para eso, como explica Costa: “la mejor ciudad que existe, es la ciudad que ya existe”, es necesario pulir lo que ella ya nos ofrece para que nos ayude a contar las historias que queremos vivir.

Para nosotros, con este estudio, entendemos que ciudad, barrio y hogar deben ser sinónimos de buen vivir, diversidad y vitalidad.